Otro veinte de mayo. Un día nuevo y especial.

En estos tiempos inciertos

regidos por el olvido,

se recuerda lo vivido

y se celebra un concierto

con alas de mariposas

y un pastel de cielo y rosas.

Aunque nos llevamos lejos,

aunque el calendario avance

y los días al alcance

estén haciéndose viejos,

llegan los días normales

y por eso, especiales

y brilla el color azul

de tus huellas y del viento

y este tiempo ceniciento

se evapora con tu luz.

Hoy ya se puede brindar,

las estrellas dan permiso,

en la luz de un paraíso

donde se puede soñar

con días más luminosos,

cielos limpios y sin fosos

y mil sueños en el mar.

Y llegó el veinte de mayo

y las letras congeladas

de la historia no contada

hoy se escriben sin ensayo.

Si alguien lo merece todo,

son las personas que sueñan,

las que la sonrisa enseña

cuando se está lleno de lodo,

como por ejemplo, tú,

dando abrazos a distancia,

devolviéndome a la infancia

solamente con tu luz.