El curso de la vida, es como un río,
el cual puede tener sus zonas de aguas tranquilas
y zonas de aguas bravas, con sus recodos, suaves o bruscos,
marcando un curso totalmente distinto hasta entonces.
¿Que hay detrás de cada giro, de cada recoveco?
Con la sinuosidad de cada curva tomada, el oleaje
nos mece con sus brazos de agua e incluso,
moja el rostro mas severo, dibujándose una faz de sorpresa.
¿Donde me lleva este río ahora mismo?
Me ha llevado y me lleva hacía lo desconocido,
me ha ido enseñando que en esta vida hay muchos paisajes,
que hay que conocerlos todos, aprender de ellos.
Entre algodones estaba, en la seguridad de su confort,
me salí, aprendí de la dureza y la crudeza de desear algo más,
de querer aprender y retener lo vivido,
de no dejarme llevar por la corriente.
Bonitos paisajes se descubren ante mis ojos,
con sus pájaros, que alegran mi avance con su alegre trinar.
Es un avance sin vuelta atrás,
su oleaje me empuja y me lleva hacia una zona de grandeza.
Un pájaro destaca entre el follaje en la riba cercana,
es de lindos colores, va siguiendo mi navegar,
me quiere acompañar y dejo que así sea,
no quiero ahogar su canto, no quiero privarle de libertad.
Los hay que quieren cazarlo, quieren enjaularlo sin más,
quieren privarle de su libertad porque saben que con ello,
el pájaro enmudece, pierde color, pierde su alegría por cantar,
pero no saben de su fortaleza contra cualquier adversidad.
Es valiente, es audaz, es sutil, tiene coraje,
lucha contra los vientos que soplan sin parar,
que amenazan con despojar de plumas su atavío,
mis algodones le dejo, pues a mi poca falta me hacen ya.
Nada me puede dañar ya, a estas alturas de mi camino,
mucho he navegado y experta patrón de nave soy,
más mi barca es precaria y cierto oleaje intenta que zozobre,
empujándome hacia unos rápidos peligrosos.
Pero no debo desfallecer, pues me acompaña mi singular ave,
con su bello cantar, alegra mis días y mis noches,
recordándome que debo llegar a mi destino final,
sin rasguño alguno y con mi corazón en paz.
Es valiente, es audaz, es sutil, tiene coraje,
lucha contra los vientos que soplan sin parar,
que amenazan con despojar de plumas su atavío,
mis algodones le dejo, pues a mi poca falta me hacen ya.
Nada me puede dañar ya, a estas alturas de mi camino,
mucho he navegado y experta patrón de nave soy,
más mi barca es precaria y cierto oleaje intenta que zozobre,
empujándome hacia unos rápidos peligrosos.
Pero no debo desfallecer, pues me acompaña mi singular ave,
con su bello cantar, alegra mis días y mis noches,
recordándome que debo llegar a mi destino final,
sin rasguño alguno y con mi corazón en paz.
(KANET)
No hay comentarios:
Publicar un comentario